lunes, 14 de septiembre de 2015

FELIZ AÑO NUEVO (2015 -16)


 Comienzo el nuevo curso (nuevos proyectos, nuevos problemas) con un poema de Kavafis que me acompaña desde mis veinte años, y que expresa bien algunas de las emociones que experimento al comienzo de cada año real. Finales que son principios.

EDIPO

La Esfinge se abalanza sobre él

con dientes y garras

y con todo su furor.

Edipo siente miedo

- esa presencia le aterroriza,

ese rostro, esa pregunta

que él jamás hubiera imaginado.

Pero en tanto el monstruo

se dispone a acometer,

Edipo, rápidamente, piensa su defensa: Ya no siente

temor. Ahora sabe que dispone

de la respuesta a esa pregunta, y vencerá.

Pero tal victoria no lo alegra.

Su melancólica mirada

no se dirige ya a la Esfinge: mira en la lejanía

la estrecha senda que conduce a Tebas

y que conducirá a Colona.

Y en su alma nacen augurios

que si una Esfinge los hubiera propuesto

hubieran vencido a Edipo.

Preguntas de imposible respuesta.

LUNA SOBRE UCRANIA


No me canso de compartir este texto de Gogol. Lo leí por primera vez hace algo más de diez años, en un momento de mi vida en el que era especialmente sensible hacia las enormes llanuras esteeuropeas, y me cautivó.
¿Conocen ustedes la noche de Ucrania? En mitad del cielo se alza la luna: la inmensidad del firmamento se ha dilatado más aún, y es infinita; se inflama y respira. La tierra está anegada en una luz argéntea, el aire maravilloso sabe a frescura y languidez, y lleva consigo un océano de perfumes. ¡Noche divina! Los bosques se han desprendido de sus enormes sombras. Los lagos están callados y tristes. Los árboles tienden temerosamente sus raíces hacia el frío del pozo; a ratos murmuran sus hojas, irritándose cuando un hermoso donjuán – el viento nocturno – las besa. El paisaje duerme. Arriba todo respira, todo es triunfal. El alma tiene una sensación de infinito y de maravilla; multitud de apariciones plateadas surgen de sus profundidades. ¡Noche divina! Todo resucita: bosque, lago, estepa. El ruiseñor ucraniano vierte su majestuoso canto, diríase que hasta la luna lo escucha en mitad del cielo… Como hechizada, duerme la aldea.

Nicolai Gogol: La Noche de Mayo.

jueves, 10 de septiembre de 2015

CAMBIO EDUCATIVO, ¿DESDE ARRIBA O DESDE ABAJO? - PRIMERA PARTE


Hace dos días asistí, junto con la mayor parte de mis compañeros de instituto, a una charla sobre las competencias básicas. Para quienes no estén inmersos en el mundo de la educación escolar, bastará con saber que se trata de un enfoque -  pretendidamente novedoso - sobre el aprendizaje, que se está impulsando desde instancias tan “elevadas” como la OCDE  y la propia Unión Europea.

No pretendo discutir aquí sobre sus posibles bondades o perversidades. Me interesa mucho más algo que surgió en el coloquio propiciado por el ponente. Éste planteó la típica tormenta de ideas inicial para que hiciéramos explícitas nuestras opiniones sobre el aprendizaje por competencias. Lo que salió a la luz fue la misma lista de problemas y preocupaciones docentes que vengo oyendo desde que nací a la enseñanza, en tiempos ya remotos. Sí, amigos, aunque no siempre lo parezca, la escuela es una de las instituciones más impermeables al cambio de todas las que ha inventado nuestra especie.

De los comentarios que hizo el ponente, uno me llamó especialmente la atención. Dijo -  con otras palabras, claro está – que él nunca se dirigiría a un grupo de profesores experimentados diciéndoles que sus prácticas docentes no servían para nada, y que debían adoptar las novedades que él predicaba. Si un colectivo de profesionales expertos se siente mínimamente satisfecho  (atención al condicional) con su práctica educativa, no tiene mucho sentido pedirle que la cambie de arriba abajo. Yo añado que menos sentido tiene aún si quien nos lo reclama es la administración que, al mismo tiempo, nos reduce el salario, nos aumenta el número de horas lectivas y hace más duras nuestras condiciones de trabajo. Me temo que todo cambio educativo promovido desde las alturas está condenado a ser superficial y estancarse en esos cenagales burocráticos tan queridos a nuestras administraciones.

Sin embargo, a veces sucede que el condicional al que antes me refería no se cumple. Por ejemplo, en mi instituto, un grupo de profesoras compartimos la convicción de que las prácticas docentes habituales pueden y deben ser transformadas para conseguir una educación más plena en cuanto a valores, destrezas, conocimientos, etc. Si pasamos a la acción y comenzamos a desarrollar un proceso de aprendizaje colectivo que modifique progresivamente nuestra práctica docente, ¿qué puede ocurrir?